miércoles, agosto 16, 2006

Cuba con C de Caribe

En estos días Cuba vuelve a ser el centro de atención política del continente. Fidel Castro nuevamente se yergue como el jefe de marketing que toda gran empresa desearía tener. Cuba, un país de apenas 114.500 kilómetros cuadrados –mas pequeño que La Florida, USA-, Sin misiles Taepodong-2 que disparar, sin uranio enriquecido, sin desarrollos tecnológicos de temer, sin fanáticos atacando por el mundo en su nombre, sin petróleo que vender, ha logrado que se hable de él como si fuera la gran amenaza del nuevo siglo.

Cuba, centro de debate de defensores y detractores, que se enfrentan en programas de TV, radio, diarios, Blogs, y demás opciones, ya bien para cantar loas al régimen comunista con su 97% de adultos alfabetizados, su esperanza de vida de 75 años, su sistema sanitario gratuito, sus indicadores exitosos, o para defenestrar al Tirano Dictador por los casi 50 años de miserias y privaciones de libertad para el pueblo cubano.

Cuba no es el paraíso de las canciones de Pablo Milanés. De eso no me caben dudas. Por definición, las dictaduras no suelen tratar bien a su gente. Y Cuba es una.

Pero el Caribe todo, lejos del régimen comunista cubano, empapado e influido por el espíritu democrático y libertario del Imperio Americano, tampoco es el paraíso que proponen Mr. Bush y sus muchachos. Y el Caribe no es sólo Cuba.

Cuba sigue quitándole prensa a un Caribe que también la necesita. Si hasta pareciera que América se preocupara de que Cuba, Castro y su Régimen vivan en la tapa de los diarios latinoamericanos. Quizás de esa manera no pongamos foco en el resto del Caribe, donde los mismos americanos se han preocupado de intervenir “personalmente” para arreglar sus cuestiones, y sin embargo no hay buenos resultados a la vista.

Bahamas, Barbados Belice, Guyana, Haití, Jamaica, República Dominicana, Surinam, Trinidad y Tobago. Esto también es el Caribe, también está a los pies de América. Allí hay democracia, libertad de tránsito, y las demás herramientas que la vida capitalista tiene. Y sin embargo, hay gente que tampoco tiene aseguradas aquellas cosas básicas para el bienestar de un pueblo. Pero igual, el foco es Cuba.

Me llama poderosamente la atención la enorme y filantrópica preocupación que existe entre los opinólogos de uno u otro signo por el pueblo cubano y la total desaprensión hacia pueblos mucho más sufridos y hambreados, como el haitiano. ¿Porqué no preocuparnos también por los problemas y las miserias de Haití? Habrá quien diga la célebre frase: “ellos, su propia gente, han creado esa situación de descalabro y guerra civil que los somete”. ¿Y por qué, digo yo, esta misma definición no le cabe a Cuba y a su gente? Creo que en el fondo no son filántropos. Sólo se hacen eco de lo que América dicta. Y acá creo que los mismos americanos se equivocan. Creen que su “grano en la nariz” es Cuba, por pertenecer a un régimen contrario a sus convicciones. Sin embargo no se dan cuenta de que el verdadero “grano” de América son Haití, Irak, Afganistán, y todos aquellos países donde, pese a sus intervenciones directas, solapadas, militares, económicas, democráticas, o todas juntas, sus pueblos siguen siendo gente de segunda frente al mundo, sus hijos siguen mal alimentados, sus creencias no son respetadas, sus casas siguen volando por los aires, sus refugiados siguen deambulando por el mundo.

La enorme prosperidad americana les hizo olvidar que el hombre busca en primer término asegurar su subsistencia: Eso es alimento y abrigo. La libertad y la democracia vienen mucho después en la lista de quienes verdaderamente tienen sus necesidades básicas mutiladas. Claro, es difícil entender esto cuando nos viene dado, cuando sabemos que nunca va a faltarnos. Y eso pasa en América. Legislan y deciden desde la abundancia que supieron conseguir. Pero en el mundo hay otras realidades. Así, sus únicos logros consisten en generar desesperanza y odio. Y esa es una excelente cuna para criar fanáticos que no les importe inmolarse en un territorio ocupado, o en un avión de la British Airways. A esta altura, ya podrían haberse dado cuenta de esto. Y actuar en consecuencia.

¿Cuba? Por favor, ¡Basta de Cuba!

miércoles, agosto 09, 2006

Reflexión

Convengamos: No es posible vivir sin códigos. Sin convenciones. Hasta el hombre de la Era del Bronce los tenía. El tema es definir qué tipo de relaciones queremos tener entre nosotros. Sin dudas el mundo nos muestra día a día que todo esta permitido: Desde la guerra civil hasta el aburrimiento escandinavo. Y nosotros, ¿Cómo queremos vivir?

Somos lo que somos. Y con esto que somos tenemos que construir una nación. Regida por un pacto global de convivencia. Donde todos tengamos en claro qué cosas suceden si actuamos de tal o cual manera. Y, obviamente, que luego esas cosas sucedan.

martes, agosto 01, 2006

Mujeres en Guerra

A través de la historia la guerra ha sido cosa de hombres. Motivados por su virilidad, su machismo, o su incompetente manera de arreglar los asuntos de forma más civilizada, los hombres siempre han alistado ejércitos dispuestos a dar la vida en su afán por destruir la de otros. Por ampliar sus dominios, defender sus ideas, mejorar su economía, en fin, por Poder. Pues de eso se trata.

En cambio, la mujer supo tener otros roles. Quizás sojuzgada por el machismo imperante. Quizás, por manejar otras formas de guerra. En líneas generales, salvo excepciones, las mujeres han estado excluidas de los ejércitos regulares. No suelen formar parte de estos asuntos, aunque cuando lo hacen no pasan desapercibidas. Basta iniciar la lista con Mata Hari y terminarla con las chicas de Abu Ghraib.

Me interesa echar una mirada en la realidad argentina. Me propongo plantear similitudes y diferencias acerca del rol de la mujer argentina en las acciones armadas. Podemos trabajar con dos modelos diferenciados claramente por el rol que ocupan. Por un lado existe el definido perfil de la esposas de los hombres que pertenecen a las Fuerzas Armadas. Con un papel secundario en materia militar y política, tan secundario que hasta les está vedado hablar públicamente y verter opiniones sobre diversos temas. La mujer promedio del militar argentino permanece ajena al trajín estratégico y hasta político de sus maridos, aún en los tiempos en que ostentaban éstos el poder, sólo dispuestas a reuniones privadas, cumpliendo sumisas los traslados de sus esposos.

Por el otro, es interesante anteponer a este perfil el de la mujer en la guerrilla. A la par de sus compañeros, ya no podemos hablar de “la mujer de”. Tomaron también para sí el rol que en la vereda de enfrente sólo les está permitido a los hombres. Así, supieron formar parte activísima en el desarrollo político y militar que sus ideales les requerían.

Supieron estar al frente de la acción, en las reuniones políticas, en las citas, en los puestos decisorios, en las planificaciones, en los secuestros, en las tomas, en las bombas. También se mantuvieron firmes frente a la tortura y también en la muerte. No se contentaron con quedarse a tomar el té comentando las hazañas de sus hombres. Formaron parte de ellas. No se contentaron con ser pensionadas de lujo, viudas repletas de gestas ajenas. Ni que hablar de la labor que como Madres y Abuelas siguen llevando a cabo hasta nuestros días, hacedoras de la memoria de esta triste historia del terrorismo de estado. Acá cabe detenernos en esto. No hablamos de novias y esposas. Hablamos de Madres, de Abuelas, hasta de HIJOS. A esta altura de la nota ya saben porqué: las esposas y las novias estaban al lado de sus parejas, compartiendo fusil a fusil su lucha. ¿Que no pudieron elegir porque los militares eligieron por ellas persiguiéndolas, torturándolas y matándolas? No, no lo creo. Ellas ya habían elegido antes. Y eligieron luchar por sus ideales. El té canasta les quedaba chico. Para entonces sus madres ya sabían que también, en honor a la memoria de sus hijos, les estaba signado un papel que no rechazarían. Madres. Ni padres, ni tíos, ni abuelos. Sólo mujeres. Otra vez las mujeres deciden levantarse y escribir en el libro de la lucha por la justicia y la memoria.

Me pregunto cuanto influye esta presencia femenina en la guerrilla argentina frente a las fuerzas armadas masculinas que las combatieron. ¿Las humaniza? ¿Las acerca más al concepto de familia que tanto conocemos? Es más difícil imaginar a una mujer en el papel que siempre hemos asociado a los hombres: matando, destruyendo, esparciendo sangre y dolor. Quizás por eso las “acciones” de la guerrilla han pasado a la historia mas edulcoradas, con menos saña. Aunque la “acción” consista en poner una bomba debajo de la cama de una nena de 15 años, cuyo principal pecado consistió en tener un padre militar.

Y aquí también los militares volvieron a equivocarse. Si sólo por un momento pudiéramos dejar de lado el horror de lo hecho por la dictadura y optáramos por analizar a la luz de la política la planificación y la actuación hecha por ellos, es dable plantear: No tuvieron en cuenta que una mujer llorando por su hijo pesa mucho más en la historia que Rambo cosiéndose una herida. Se olvidaron que los hombres no se embarazan, ni dejan hogar e hijos cuando van a la guerra. Sólo cumplen su deber.

Así, mientras las mujeres de sus enemigos les disparaban, las de ellos tomaban el té. Y eso tiene un costo. Ganar la guerra no asegura ganar la historia. Y aquí vuelven a perder los que tenían el poder. La mujer, amén de luchar de igual a igual, sin quererlo, humanizó la guerrilla, reescribió los libros de historia, mostró el terrible contraste de su “lucha” frente al aspecto “sanguinario” de los militares. Eligió luego seguir al frente de la justicia y la memoria. Y esto no lo podemos pasar de largo. Desde Juana Azurduy pasando por la Delfina, Evita y muchas otras hasta nuestros días, la mujer tiene mucho por enseñar a nuestra historia. Sólo falta escribirla.